Si toda ciudad es siempre imaginada
–en razón de que nadie puede tener una visión total de ella- la posibilidad
única que tenemos los ciudadanos para transformar a Cuenca, es a partir de un nuevo imaginario, de
aquel que sea la representación deseable del espacio en el que queremos vivir.
En este contexto, debemos soñar, pensar y sentir cuál es la Cuenca en la que queremos
vivir, en razón de que todos los ciudadanos somos responsables por el devenir de
nuestra ciudad.
Cuenca, en este momento, nos demanda
la identificación de un nuevo imaginario, aquel que permita tanto a las
autoridades como a todos los ciudadanos, transformarnos en los protagonistas de un proyecto en el
que la dignidad y el buen vivir se conviertan en el santo y seña de la conducta
cívica.
Para Bernardo Toro, la ciudad es una
acumulación de energías que se manifiestan por el tipo, cantidad y calidad de
las transacciones que permiten crear condiciones para que la gente cambie.
Pues, a mayor variedad de opciones, mejores posibilidades de calidad de vida y
de respeto a los derechos humanos, lo cual implica entender a la ciudad como el
más importante bien público, cuyo destino nos compete y nos conviene a todos.
Cuenca históricamente ha crecido a la
par con la voluntad y con el esfuerzo de sus habitantes. Lo que hoy es nuestra ciudad
como destino cultural, turístico, artesanal, urbano, en una palabra, como un
destino humano, mucho tiene que ver con el tesón, el trabajo y el sacrificio de
sus habitantes.
Seguramente Cuenca solo existe en el
imaginario de sus habitantes, de cada uno de nosotros. Solo existe en la
ilusión de las historias aún no contadas, en el recuerdo de crónicas que esperan ser escritas. Sí,
Cuenca solo puede quedar como una ilusión o puede convertirse en un desafío, en
una realidad creada en cada instante, en una pasión de vida que debemos asumir cada uno de
nosotros, como ciudadanos auténticos pues como dice la filósofa española Adela
Cortina, un ciudadano auténtico es un ciudadano “que es su propio señor, el que no es
siervo, el que no es vasallo, y menos aún esclavo. El ciudadano es protagonista
de su vida, autor de su propia novela, aquel al que no le escriben su biografía.”
Hoy por hoy, en razón de los logros
alcanzados en distintos ámbitos –y que son reconocidos a nivel nacional e internacional-
se hace indispensable reforzar la voluntad de seguir adelante, para que la
educación, la cultura, el sistema de justicia, el deporte, la producción, la
planificación urbana y el desarrollo humano en Cuenca, fortalezcan el sentido de identidad y potencien la
autoestima cívica.
Estos desafíos – dentro de los cuales
se inscribe la presente publicación que recoge los resultados de la Primera Encuesta
de Percepción Ciudadana de la Calidad de Vida en Cuenca en el año 2011- deben ser
aprovechados para una reflexión profunda del significado que tiene nuestra ciudad
y del desafío permanente que significa hacer de Cuenca un destino, un compromiso y una
pasión.